Buenas noches, Ouma
Naciste negro, mirando el sol de Uganda
con interminables piernas deshuesadas,
sonrisa resequida y una granada verde
atrapada en la garganta.
Las serpientes te enseñaron a crecer
mordido por la guerra venenosa,
a agarrar el fusil, y disparar fríamente.
Buscaste munición entre los árboles,
era tarde, de noche
todo huele a pólvora
y te sudan las manos al contar historias
que ayudan a dormir.
Un ruido. Una luz en la penumbra.
Un tiro certero y claustrofóbico
a la infancia. Bang.
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