Abrí el primer cajón
y hallé ropa tendida por los prados,
jazmines azules de un olor penetrante,
billetes de tren en primera clase
y unas manos de un ébano esotérico.
En el segundo cajón
sonó una gramola avejentada.
Los vinilos contenían sabores arrugados,
fotografías débiles sacadas de la infancia,
meriendas con el sol tostándonos la piel.
El tercero contenía un vacío desolador.
martes, abril 15, 2008
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12 comentarios:
Maravilloso. Simplemente maravilloso.
Un abrazo intenso.
Que miedo ese tercer cajón. Imposible de mantener cerrado, verdad?
Ese tercer cajón pide a grito que lo llenes.
A diferencia de Mario, no me provoca desasosiego sino que incita a llenarlo de experiencias. Una siguiente etapa.
El armario de los recuerdos yo creo que tiene vacíos, pero nunca desoladores.
Sobre todo cuando hay otros cajones preciosos.
Abrazos.
Grndísima idea la de guardar el pasado en cajones.¿El futuro cuelga en perchas imaginadas?
Qué cantidad de recuerdos van llenando nuestros cajones. Muchos de ellos se quedan tan a mano que a veces te los encuentras deambulando por los pasillos o se meten, los muy atrevidos, contigo en la cama.
Precioso vacío que se llenará, sin duda.
Besos.
"los vinilos contenían sabores arrugados" gracias por ese bonito recuerdo de la infancia configurado en palabras :)
UN GRAN BESO!
Vaya, así ando yo, entre cajones. Los míos en abril están llenos de otros sitios, de otras voces, de otra luz. Mis fotos, por estas fechas, empiezan a escocerme. Voy necesitando las olas africanas que me rediman.
Cada vez lo haces mejor. No tienes ni techo, ni armario, ni cajones. Sólo poesía.
A ver si nos vemos pronto. Un abrazo, niño.
vme gusta
De pequeño, nunca te dieron ganas de meterte en un cajón vacío y cerrarlo por dentro, no por esconderse, sino para averiguar qué pasaba dentro??... Aunque ya esté mayor para esos escondites, ese último verso tan vacío me ha devuelto las ganas de hacerlo
te devuelvo la visita, y ya veo que sí que compartimos cosas. seguiré atento tus aullidos
yo tengo cajones bien cerrados con llave y que me dá PÁNICO, auténtico PÁNICO abrir...
por lo que pueda pasar...
a veces vale más la pena un cajón desoladoramente vacío que otro lleno de malos recuerdos,
o incluso peor:
de buenos, buenísimos, increíbles momentos que quedaron atrás y no vuelven.
Por eso tiré la llave al mar, pero quién sabe, como es así de caprichoso, igual alguna ola la vuelve a llevar a mi casa...
un beso Santana :)
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