Era bonito
cuando las aceras
aprendían a abrigar la noche
con paseos de sonrisa clandestina
y tu voz me susurraba es tarde…
mientras nos dábamos la mano
seriamente, cual pareja.
Era hermoso cuando los charcos
eran cunas taciturnas que se mecían
en tu rostro borroso,
y dormitabas con esa suavidad
tan parecida a la ternura. También
era lindo perseguir lunas menguantes
o saborear nuestros pasados
e intercambiar besos debajo de los puentes
por no caer en la rutina.
¡Era maravilloso! hacer añicos la soledad
pisotearla, escupir en su cara
y brincar contando hasta cien o mil.
Era precioso, sin duda,
ver Madrid engalanado
con su traje de luces iluminándonos
el camino de vuelta a la estación.
Pero, sin duda, era absolutamente perfecto
cuando las farolas perdían el tacto
y nos quedábamos a oscuras.
seriamente, cual pareja.
Era hermoso cuando los charcos
eran cunas taciturnas que se mecían
en tu rostro borroso,
y dormitabas con esa suavidad
tan parecida a la ternura. También
era lindo perseguir lunas menguantes
o saborear nuestros pasados
e intercambiar besos debajo de los puentes
por no caer en la rutina.
¡Era maravilloso! hacer añicos la soledad
pisotearla, escupir en su cara
y brincar contando hasta cien o mil.
Era precioso, sin duda,
ver Madrid engalanado
con su traje de luces iluminándonos
el camino de vuelta a la estación.
Pero, sin duda, era absolutamente perfecto
cuando las farolas perdían el tacto
y nos quedábamos a oscuras.