domingo, junio 15, 2008

Síndrome de Estocolmo


Date por muerta
amor,
es un atraco.
Tus labios o la vida.
L. García Montero.
.
.
.
Cierta noche acudo a algún bordillo
y tanteo ágil el terreno vigilado.

Pasea tu silueta por la acera
y en ella se restriega los temores.
Tan puntual como acostumbras
persigo, profesional, el olor inalcanzable
hasta esa plaza de fantasmas en silencio.
Rodeo algunos árboles hambrientos
con pasos nerviosos, discontinuos,
sorteando las baldosas delatoras.
El aire y su mueca confidente
en ti se adentran respirándote los huesos.
Los toldos sisean la cuenta atrás
y la gárgola central se mantiene quieta
con los párpados abiertos y expectantes.
Sonríes congelada en el punto de mira,
ajena al Diazepam, al espionaje, al objetivo.
Y a mí me vibran los gatillos insertados en la piel.

(Ahora no hay testigos en la plaza.)

El deseo me delata de repente,
desenfunda las caricias criminales
y te araña la voz con sus garras.
Muerdo sin piedad tu cuello húmedo
y olfateo los trozos a trasluz.
Diamantes en tu boca fluorescente
brillan con la hermosura de un museo.
Collares engarzados a la lengua,
caleidoscópica se muestra tu garganta
de joyas y avalorios profundísimos.
Los colmillos enredados en tu ombligo
amenazan con abrir la caja fuerte.
Al fin mi mano encuentra el tesoro
sepultado en un bolsillo del alma.
Alma virgen, boca abajo, maniatada.
Deseosa de besarme de un balazo.

En esta hora tan de ausencia
reapareces con un as bajo tu manga
que me asalta con tu última sonrisa
-cofre de sentimiento enajenado-
y me desarmas el lenguaje.
Me pides que te entregue el pecho
valorado en no sé cuántos quilates.
El ladrón nunca supo hacer de víctima,
pero ofrece al secuestro su libido
alzando el corazón desvalijado.
Músculo muriendo en las alturas
apretándose el silencio desplomado.
La vida robada en un minuto
en una plaza pétrea y desolada.
No querías reincidir en el amor...
y mírate, con la cara destrozada,
reflejándote los miedos en un charco
buceándote por dentro con cuchillos.
No te entiendes los crímenes
ni yo sé de esta pasión a navajazos.

Y sin embargo, aquí nos tenemos
con las venas podridas de amor,
esposados frente a frente,
robándonos el frío y su inocencia
sin querer sanarnos las miradas.

Saquéame las penas, la distancia.
Sustráeme en metálico el aliento.
Védame tu boca y su horizonte.
Amárrame su paladar a la memoria.
Aniquílame los labios para siempre.
Apuñálame el sabor de tu desnudo.
Corre, cobarde, con el botín equivocado.
Clávame cuanto antes tu partida
y arrebátame la vida despiezada.
No te tiemble el pulso melancólico.

¡Dispara!, mas tú lo sabes.

A tu nuca solo apunta el recuerdo
de mi beso sangriento.
Imagen, de Reyes

viernes, junio 06, 2008

El jardinero fiel o las habichuelas mágicas


Tu rastro ha quedado
adherido a las hojas de la planta.
El sol ha derretido su ramaje,
el frío ha congelado algunas hojas
y la lluvia se ha clavado en tu cuerpo
como un animal herido por los lados.
Observas cómo leo, desde el alféizar.
Encaramado al libro te devuelvo la mirada
y te lanzo abrazos secos a la tierra.
Ay, tus ojos, redondos y famélicos
me piden un cuenco de besos mojados.

Ayer posé unas semillas verdes
en su tallo grueso. Lo aboné
con algo de paciencia y amor.
Suspiré -inclinando la regadera-
con el dolor de una madre
que acaricia su barriguita infecunda.

Espero.

Creo que las raíces crecen a buen ritmo.
Pronto le nacerán capullos a la turba
y brotarán con un verdor exquisito.
Vaya, ya se aprecia algo en los bordes.

Mañana, las judías mágicas parirán
un enorme tronco espinado
y romperá el techo de nubes quietas.
Escalaré por el vástago, agarrándome
con las uñas enquistadas en las lianas.
Escalera de hojas, tijeretas y racimos.

Ya estoy allí
-aquí-.

Me apeo despacito al orificio
para espiar la infinitud de tus rodillas
y el vértigo me lanza por los campos de trigo,
girasoles y lunas de siluetas hastiadas.
Tu sombra frondosa, tus matojos rotos.

Mi cabeza mortecina se recuesta en la ventana.
El sol va segando las horas del estanque.
La cepa sigue triste. Riego el fondo en abundancia.
Pero tus ojos se ahogan en el barro.

Este manual de jardinería
no contempla habichuelas mágicas
de las que crezca un robusto sarmiento.

Tan solo una plantita solitaria.
Un cuerpo ausente con tierra por encima.
Una cara con moho y lágrimas de azufre.
Una luz en la ventana apagándose.

Para que se impregne toda la ciudad de ti
lo mejor será coger la maceta
y lanzarla desde el quinto.

martes, junio 03, 2008

Miedo al mar



Para vencer al miedo
te aliaste con el miedo,
lo hiciste tuyo,
te amparaste en su turbia compañía.
Librarte de él hubiera equivalido
a renunciar a la esperanza,
y eso jamás lo hiciste.
Aunque bien sabías
que es la esperanza la que engendra el miedo.
Ángel González



Lo sé, me temes al mirarme.
Temes mi sombra impregnándose de sepia.
Te aterran mis caricias
al otro lado del teléfono.
Te dan miedo mis huellas
atrapadas en los posos del café.
Te asustan mis palabras
como bolas arrugadas en la mesa.
Mi nombre en una nube de leche.
Tu nombre esparcido por la cama.
Mi cuerpecito muy doblado en una carta
sellada con besos agrietados.
Te da pánico.
Pero tú y yo sabemos que el sonido de mis labios
se hace fuerte en ese miedo.
Ahí se crecen más que nunca los abrazos.
Se nacen las voces bañadas de deseo.

Dejemos que hiervan los temores
aunque vivamos de un recuerdo tembloroso
que bulle y chorrea por los bordes.
El temor no es temor por inestable
sino el terror de un olvido inexistente.

Somos parte de ese miedo
y ese miedo se calienta con más miedo.
Librarnos de él equivaldría
al despojo del anhelo más profundo.
Que chirríe la esperanza como un hueso
en todo su esplendor de tuétano en la boca.
Que tiemble la nostalgia como un barco
vaporoso, incierto y en las rocas enredado.
Buque de corsarios temerosos.
Navío de viajes sin ancla,
varados como estamos en el acre
de esta soledad compartida
sin timón, sin brújula, sin aire.
Sin pedir auxilio en la cresta de las olas
sin prenderme en el pecho faros y bengalas.
Tan solo abrazarnos los kilómetros
cual polizones agachados
ansiosos de atracar en otro puerto.

jueves, mayo 29, 2008

Éruption

Alguien se dedica a traducir mis poemas, y me sentiría mal si no lo cuelgo. Es una manera más de internacionalizarse ¿no? Eternamente agradecido. Mira qué bien suena...



ÉRUPTION

Le processus poétique est comme un grand volcan.

Un siècle après l´autre se masse
le sentiment
sous la surface rocheuse.
Lorsque les muscles fatigués
ne tiennent plus d´érosion
ils raidissent.
La circulation se met en marche
et dans le ventre chaud
commence à rugir l´écriture blessante.

Les sylabes suicides s´emportent dans le vide
eu crachant un magma gélatineux
sur le ciel vierge.
Les bleus draps se réveillent
travelés de cratères convulsés.
Et dans le vomissement lithique
reste la rumeur géologique
de la parole devenue cendre.

Premio Brillante Weblog


Mi amiga y poeta Rocío me ha traído de sus mares este premio, que acojo con mucho cariño por venir de quien viene. Brillantes son sus aguas cristalinas que nos despiertan cada mañana con unos versos saladísimos como ella sola, y a la vez dulces. ¡Gracias!
Ya solo quiero añadir que gracias a los que me seguís con mensajitos y a los que no también. Celebrando asimismo la cifra de 5.160 poetas que han husmeado en mis quehaceres, que comparto con sumo gusto. Parte de ellos están entre mis enlaces. Y si están ahí es porque cada uno de ellos tiene algo interesante que contar. De nuevo, gracias.

domingo, mayo 25, 2008

Erupción

El proceso poético es como un gran volcán.

Siglos y siglos amontonándose
el sentimiento
bajo la superficie rocosa.
Cuando a los músculos fatigados
ya no les cabe más erosión
se tensan.
La circulación se pone en marcha
y en el vientre caliente
van rugiendo las letras lacerantes.

Las sílabas suicidas se disparan al vacío,
escupiendo un magma gelatinoso
sobre el cielo virgen.
Las sábanas azules se despiertan
manchadas de cráteres convulsos.
Y en el vómito lítico
queda el rumor geológico
de la palabra hecha ceniza.

miércoles, mayo 21, 2008

FAROLA

.
Debajo de esta farola
no existe la luz.

Es un hoyo muerto,
una lucha de clases,
una piedra solitaria.

Un vacío extraño.

Los hombros apoyados
en este mástil de dos metros.

Cualquier día se me cae
la luna
sobre los hombros.
.

domingo, mayo 18, 2008

Que te vaya bonito

Hoy el llanto de Chavela se me clava más que nunca.

jueves, mayo 08, 2008

Abril tiene boca

.
Abril se ha marchado de la agenda.
pero en ella ha ido archivando sus palabras.
En mi diario ha escrito voces. Gritos, digamos.
.


Concentración por la independencia del pueblo saharaui celebrada enfrente del Ministerio de Asuntos Exteriores, durante la toma de posesión del Ministro (Madrid, 15 de abril de 2008).

Reyes se empeñó en realzarme los ojos con su cutout que tanta gracia me hace.


Ocho en la sanísima mesa tricolor.

Bajo el morado se esconde un delicioso helado de frambuesa y frutos del bosque. Para ponernos morados.

Digamos que comemos lo que nos gusta, lo que nos sienta bien, lo que nos nutre, lo rico en vitaminas y aminoácidos.

Para llenar el vacío que los medios de desinformación ya se encargan de hacer. Vibrante estaba la Puerta del Sol, colorida, llena de entusiasmo, alegría y democracia.

En la fecha no faltaron consignas con los vellos de punta, las de siempre. Lemas que ojalá no tuviéramos que gritar.

La cantera de futuros periodistas no se quedó en casa el pasado año (click para agrandar):



(Espero que no surjan atragantamientos/intoxicaciones/sarpullidos. El mejor remedio contra la alergia es alejarse del rico polen. ¡Salud y...!)

Abril tiene boca.

martes, abril 15, 2008

Armario

Abrí el primer cajón
y hallé ropa tendida por los prados,
jazmines azules de un olor penetrante,
billetes de tren en primera clase
y unas manos de un ébano esotérico.

En el segundo cajón
sonó una gramola avejentada.
Los vinilos contenían sabores arrugados,
fotografías débiles sacadas de la infancia,
meriendas con el sol tostándonos la piel.

El tercero contenía un vacío desolador.

miércoles, abril 09, 2008

NOCTURNO


Y aún y aún,
mi rostro contra el rostro
picado por la lluvia,
espero,
salpicado por el ruido de la resaca ciudadana.

Vladímir V. Maiakovski




La lluvia me persigue con sus brazos mojados
y las calles abren sus venas dolorosas
derramando la soledad en cada palmo de barro.
Se hielan las tres de la mañana en el crepúsculo,
una plaza, un vagabundo, la poesía
muerta de frío, desnuda en aquel callejón.
Un par de manos acariciadas por el viento
agonizan en el último calor de la nostalgia.
Las paredes infinitas de la noche
acogen las espaldas bucólicas del poeta.
Las botellas y sus rastros de sed envenenada,
la luna penitente en la penumbra, sigilosa.
Aparece un puñal rápido en la herida,
melancolías borrachas cruzan semáforos
y tropiezan con los baches de la carne.
Cuánta sangre encharcada en el costado,
cuánta arena tragada por el pecho.
El náufrago ahogado en la tormenta,
los barriles que bailan con los coches
y en alta mar se divisa una farola peligrosa.
Cómo sobrevivir a la tormenta, cómo salir
de este laberinto de edificios solitarios.
Cómo evitar los escapismos de su sombra,
los gestos ávidos que planeó la madrugada.
Las alcantarillas recorren las miradas
las bocas grises, los besos deshauciados,
los perros ladran y muerden los silencios
los cristales rotos recomponen corazones,
pero cómo, cómo asirse al precipicio húmedo
al borde aguado de las escaleras de emergencia
al páramo enrejado en las hiedras trepadoras
si han muerto cien noches en las aceras oxidadas,
si sus clavos hirientes se le asestan a la vida
y se me sigue hundiendo la eterna placa de hielo
que marca las tres en el crepúsculo.

lunes, abril 07, 2008

El último

Lucían unas enormes manecillas de color verde chillón que marcaban las doce en la sala de espera. Dentro, una única dentista debía encargarse de despachar dieciocho dentaduras en una sola mañana. El aire primaveral se entrecruzaba con el microclima congestionado de la sala, formando una complicada masa de alcoholes y productos de limpieza bucal aderezados con sudor humano y un calor infernal.

Iván tosía en el sofá, temblando por dentro, a la vez que respiraba con una dificultad enfermiza. Algunos de los aspirantes hurgaban sus empastes con la lengua y observaban los pajarillos de la jaula, otros masticaban chicle o repasaban el revistero en busca de alguna novedad. Al apearse del sillón, propició una patada a una revista que salió de debajo de la mesa. Avergonzado, quizá, llegó hasta la terracita del final del pasillo. Corrió las cortinas y le pareció que el verano se le derramaba sobre los hombros. Sacó un cigarrillo del bolsillo de la camisa y le prendió fuego. Aspiró concienzudamente hasta que el propio cuerpo le pidió que parara.

Un joven de ojos azulados, corbata seria y zapatos lustrados pidió fuego. Era su primera entrevista de trabajo como asistente clínico, según le confió. Y debía causar una buena impresión.

-Pues oler a tabaco no debe de ser la mejor manera, sugirió Iván amablemente.
-Me he propuesto tantas veces dejarlo que he acabado por aceptar mi ingenuidad. Estas cosas nunca llevan a buen puerto.
-Mira, este cigarro es el último de la cajetilla, y esta cajetilla es la última de mi vida. Es horrible tener los dientes recubiertos de una capa amarillenta. Y luego está el aliento...
-Bueno, de ser así me sentiré apoyado. Así que no te negaré un último intento.
-La voluntad...- decía mientras intentaba leer un nombre en alguna parte de su indumentaria.
-Jorge.
-La voluntad, Jorge, es lo que nos diferencia de los animalitos esos que pían en la jaula de la sala.
-Aquí tienes mi tarjeta. Llámame en unos días y veremos quién gana. Nivel de dependencia, análisis de cada día, si recaemos o no... ya sabes.


Unos días más tarde, el reloj verde fosforito marcaba la hora del descanso, así que Jorge dobló su bata, dejó sus pertenencias en la consulta y salió al balcón. Tenía el cigarrilo entre sus labios, cuando le sonó el móvil y la voz mortecina de una señora débil, con el tono de voz que pondría una madre al perder a su único hijo, irrumpió en el pasillo, provocando que su cajetilla cayera a través de los barrotes.

Y en el estado más doloroso, ante la situación más horrible, la tragedia lo llenó de cinismo: Iván Martínez había aprobado con una fiabilidad del 100%. El último.

martes, abril 01, 2008

Si la muerte




Desgarrador poema de Miguel Huezo Mixco
en voz de Diamanda Galás.

Si la muerte viene y pregunta por mi

haga el favorde decirle que vuelva mañana

que todavia no he cancelado mis deudas

ni he terminado un poema

ni me he despedido de nadie

ni he ordenado mi ropa para el viaje

ni he llevado a su destino el encargo ajeno

ni he echado llave en mis gavetas

ni he dicho lo que debia decir a los amigos

ni he sentido el olor de la rosa que no ha nacido

ni he desenterrado mis raices

ni he escrito una carta pendiente

que si siquiera me he lavado las manos

ni he conocido un hijo

ni he empredido caminatas en paises desconocidos

ni conozco los siete velos del mar

ni la canción del marino

Si la muerte viniera

diga por favor que estoy entendido

y que me haga una espera

que no he dado a mi novia ni un beso de despedida

que no he repartido mi mano con las de mi familia

ni he desempolvado los libros

ni he silbado la canción preferida

ni me he reconciliado con los enemigos

digale que no he probado el suicidio

ni he visto libre a mi gente

digale si viene que vuelva mañana

que no es que le tema pero ni siquiera

he empezado a andar el camino

lunes, marzo 17, 2008

Post-It



Se ha roto el último paraguas. He comprado las cebollas que me pediste y he vuelto a casa. He recogido la notita escondida debajo de la alfombra, he preparado alguna de esas salsas que tanto te gustan para el arroz, mientras cantaba aquello de Naked in the kitchen... La caldera no va. He tenido que ducharme con cacitos de agua fría otra vez. Tenía el cuerpo empapado y pensaba que vendrías a buscarme. No sé. Me hubiera apetecido tomar un té en el sofá y estrenar las tazas que compramos en Marruecos. Contigo, quiero decir.

En fin. Te he escrito esta nota para decirte que hay un paraguas negro con franjas azules en la repisa de arriba. Que ya pagué enero y febrero, y que he dejado el adelanto de marzo en la mesita del salón. Quédate las tazas. Sabes que odio las despedidas.

Caperucito dans le port d'Amsterdam


Dans le port d'Amsterdam
Ya des marins qui chantent
Les rêves qui les hantent
Au large d'Amsterdam.
Dans le port d'Amsterdam
Ya des marins qui dorment
Comme des oriflammes
Le long des berges mornes.
Dans le port d'Amsterdam
Ya des marins qui meurent
Pleins de bières et de drames
Aux premières lueurs.
Mais dans l'port d'Amsterdam
Ya des marins qui naissent
Dans la chaleur épaisse
Des langueurs océanes.


domingo, marzo 02, 2008

Fool for love




Ensayando Locos de amor, de Sam Shepard.


Con Javi Molina, Sara Pamuk y Alberto Santana.

miércoles, febrero 20, 2008

Actuación Inquietos


Tres piezas ¿críticas? ¿cómicas? ¿comprometidas? ¿solidarias? para amenizar el concierto.
Sí, seremos una especie de teloneros de Aute y Cia. INQUIETOS promete.
(+info aquí)

martes, febrero 05, 2008

domingo, enero 20, 2008

Invisibles

Fantasmas que deambulan por el mundo

pidiendo cachitos de libertad.

Condenados a no ser vistos.

Ojos que no ven,

corazón que jodidamente no siente.

Invisibles I



Cartas a Nora

Siempre son las seis en tu reloj,
y no da tiempo a que sueñes
en un albor oxigenado.
Nora, gracias por las cartas y la plata.
Casi no nos llega para el pan, la medicina,
y el corazón de Walter no para
de expulsar espuma por la boca.
Llevo clavados los colchones en el alma.
En ellos habita la vinchuca, se acomoda
en el adobe hinchado que nutre nuestra carne.
Ay, Norita, esta rosa infecciosa de pétalos oscuros
nos mata las palabras.
Walter ha enfermado para siempre.
Mi niño juega a las cuerdas en el cole,
salta con la rosa en los bolsillos y los labios.

El silencio, esa larva que anida
en los ojos de esta ciudad apresurada.

Invisibles II



Crímenes invisibles

El poblado ha perdido su luz.
Se esconde moribundo en las chabolas.
Su silueta se arrastra entre la paja
buscando los rincones robados a la vida.
Sus testimonios doloridos se deshacen
poco a poco, caen de los taburetes y se rompen.

Entonces viajan sus contornos
en los botes descoloridos de los ríos,
se refugia cada trozo, cada huella hallada
y brillan lentamente. Adquieren ese tono rojizo
que el cielo suele reclamar para la tierra.

El tambor y los silbidos de su piel
braman áridos lamentos, esperando un nuevo sol
que nos oiga. No sabemos si vendrá,
si reclamará cada pista, cada surco violado,
cada llanto escondido, cada yuca arrancada,
cada bala incrustada en la mañana,
cada párpado cerrado enfrente del cuchillo,
cada crimen tapiado en pozos de silencio.

No sabemos.

Invisibles III



Buenas noches, Ouma

Naciste negro, mirando el sol de Uganda
con interminables piernas deshuesadas,
sonrisa resequida y una granada verde
atrapada en la garganta.

Las serpientes te enseñaron a crecer
mordido por la guerra venenosa,
a agarrar el fusil, y disparar fríamente.

Buscaste munición entre los árboles,
era tarde, de noche
todo huele a pólvora
y te sudan las manos al contar historias
que ayudan a dormir.

Un ruido. Una luz en la penumbra.
Un tiro certero y claustrofóbico
a la infancia. Bang.

Invisibles IV



El sueño de Bianca

Nunca se manchan
las manos de los hombres
y siguen cayendo las cabezas
al pantano sigiloso, que merodea
verdinegro entre los charcos.

Marionetas que caen con la sonrisa
cosida a la boca, los ojos
incrustados en los bordes
y esa madera, que parece cantar
tan tristemente vieja.

Pierden sus músculos la fuerza milagrosa
de los despiertos, de los ricos.
El Tsé-tsé parasitario le pica los brazos
y el títere no halla hilos en sus manos.

Una realidad inasible,
un sueño inconciliable.

Condenados a esa siestecita invisible.

Invisibles V

La voz de las piedras
Algunos cosecharon esperanza
bajo la lluvia amarillenta
y soñaron veranos invencibles.
Los cántaros de agua rebosante,
el llanto húmedo en las caras
y el valor de la miseria enmudecida.

Qué lejos queda el retorno
si miramos cuánta ausencia
ha crecido en el camino pedregoso.
No conocen los viejos más que aviones,
fusiles, bombas y cañones,
y se hace débil el barniz
que todo cubre.

Por eso los cuerpos amontonados
se resisten a morir,
y la sangre brota de los hoyos
ocultos al mundo. Siempre
las piedras gritarán la voz machacada.

Escrito está en la tierra
un verso sembrado de dolor.